sábado, 29 de septiembre de 2007

¡ÔRALE MÊXICO!



Ya llevamos una semana en Mêxico, sentimos el retraso de los que nos pedîs mâs y mejor, pero es que andamos muy lîados con esto del trabajo.
La necesidad de atravesar la frontera se hacîa cada vez mayor... Despuês del varapalo de Las Vegas era urgente cruzar los lîmites de la civilizaciôn y el orden en busca de un poco de caos barato, calor y sudor.
Quê mejor comienzo que Tijuana, reflejo generoso de la canciôn de Manu Chao. Pero Tijuana ya no es lo que era, por lo menos los domingos. Ademâs de tequila, sexo y marihuana, hay domingueros americanos. La frontera es muy fâcil de cruzar (no hay papeleo) y las familias americanas van a ponerse finas a tacos y quesadillas en busca de un domingo exôtico.
Asî que estuvimos unas horas viendo el panorama y decidimos coger carretera.
Carretera y manta. Porque la noche la pasamos en un bar de camioneros en medio del Desierto del Altar, previo paso por otro desierto de rocas redondas sacado de un paisaje de Tolkien. Un recuerdo funesto del bar de camioneros: el cuarto de baño a la vuelta de la esquina. El siguiente pârrafo serâ una descripciôn del baño para los escatôlogicos, que sabemos que los hay entre nuestros lectores. Recomendamos al resto que se salten el siguiente pârrafo, que irâ entre parêntesis para mayor precauciôn de los sensibles:

(Nada mâs entrar al baño lo primero que se percibîa era un intenso olor a mierda, oscuridad y moscas. Tres cabinas con las puertas abiertas y un lavabo. Aquî un servidor decidiô ir a la ûltima cabina a plantar su moñiga, con la desagradable sorpresa de que allî se encontraba un caballero plantando un pino supino con la puerta bien abierta y dos rollos de papel en mano. No vamos a ser clasistas ni racistas, pero os aseguramos que la caca de un camionero mexicano huele muy mal (a tequila enchilado), pero viêndole en acciôn huele aûn peor. Râpidamente a la cabina de en medio (y definitiva). Nueva sopresa desagradable: el asiento del retrete estâ cubierto de heces resecadas por el calor del desierto. Es decir, la tapa del retrete es de color marrôn. Asî que no queda otra que cagar sin apoyo. Para colmo de males, la moñiga salpica al caer y colorea el calzôn del mismo color que la tapa del retrete, marrôn. Para culminar esta fedorienta aventura, al salir del baño, un empleado viene a pedir una contribuciôn por el uso de los aseos.
¡Vete a cagar!).

La mañana siguiente nos dirigimos hacia el agradable pueblo pesquero de Puerto Peñascos tras varias horas de infinitos desiertos de cactus. Almorzamos un buen pescadito y pasamos la tarde en una kilomêtrica playa de arenas blancas y aguas transparentes. Playa de las Conchas. La puesta de sol tomando unas chelitas y viendo a los pelicanos pescar fue apoteôsica.
Al salir de este pueblo para dirigirnos al siguiente destino ocurre nuestro primer incidente con la policîa. Hay que reconocer que la policîa federal mexicana es nauseabunda. Nos detienen con sirenas el gordo y el flaco y nos dicen que vamos mâs râpido de la velocidad permitida. Uno dice que circulâbamos a 80 y el otro a 60... El regateo fue sencillo, nos pidieron 28 dôlares y les dimos 6 (4 eurillos). Ademâs de nauseabundos son rigurosamente imbêciles.
En la encuesta de la izquierda podêis votar quê sucederâ en el siguiente encontronazo con la poli, que seguro serâ en breve...

Un beso a todos.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Chicos! Pero qué bien os sienta esas barbitas...
Y Yuhu! Ya estáis en Mexico!
Mucho talento para escribir veo aquí, y muchas anecdotillas simpáticas...
Muy chulo vuestro blog.

Un besazo y un fuerte abrazo, queridos Llaneros Solitarios.

Bianca

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