jueves, 25 de octubre de 2007

PRINCESAS



Y al final tendremos que hablar de cosas serias...
La llegada a Puebla fue interesante. Podríamos hablar de una ciudad mágica, de un lugar singular donde uno pasea a gusto durante horas, y detrás del bullicio del zócalo encuentra una placita con una iglesia del siglo XVII vacía. En algunas cosas recuerda a Lisboa, tal vez por sus azulejos y sus iglesias, pero tiene algo menos de melancolía. Y es que estamos en México senhores.
Pues eso, podríamos hablar de una ciudad patrimonio histórico de la humanidad, pero por favor, hablemos de cosas serias.
Así que nada mas aterrizar se nos avalanzaron dos veinteanheras que regalaban abrazos a la gente. Una de ellas estaba muy fresca. "Y eso? Eso es mi amiga y también regala abrazos de buena onda". Así que abrazamos gustosos a la guapa...y a la fea. Que no esta la cosa para desechar abrazos.
Dos horas más tarde nos las encontramos en una taberna del centro (que aunque pueda llevar a confusión Puebla no es un pueblo, tiene 2 millones de habitantes). Charla que charla, baila que baila, abrazo que abrazo. Y cómo movía la cintura la guapa...Y la fea lo intentaba.
Y acabamos los cinco en casa de la guapa, y aquello será recordado para siempre. Será un recuerdo rosa. Rosa era la pared forrada de princesas, rosa era la alfombra de Blancanieves, rosa la colcha de la Bella Durmiente. Hasta rosa era el cubo de la ropa sucia. Aquello era un museo de imaginería. Aparecían princesitas por todos los rincones en forma de pegatinas, munhecas, figuritas, tejidos. Del techo colgaban confetis y una Bruja Piruja de cartón que volaba con su escoba. Sobre la televisión reinaban dos coronas del Burger King. Había enormes pintadas en la pared en las que se leía "I´m a princess". Y de repente la guapa se dirigía a nosotros como "mis vidas". Surrealista.
Y hubo sexo, pero no daremos detalles pues así lo habeis solicitado en la encuesta. Solo diremos que fue sexo de color rosa. Y que la fea no participó.
Cuando amanecimos con algo más de cordura y miramos a nuestro alrededor la risa floja se apoderó de nosotros. Debemos salir de aquí.
Cómo no nos dimos cuenta la noche antes cuando regalaban abrazos.
Cómo no nos dimos cuenta si la chica se llamaba Alhelí.
Y es que uno no se aburre de aprender... La vida está llena de asuntos serios.

Por cierto, gracias a Juanjo Cervera por los spaghetti vongole que nos vamos a tomar a su salud.




Rinconcito en Puebla

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