Las profundidades de Jonduras

La gente que trabaja en la frontera de El Salvador con Honduras es desagradable. Será que tamaña belleza puede ser perjudicial para los ojos de los extranjeros, y por tanto estos considerados agentes lo quieren dosificar, pensamos al principio...Ni siquiera nuestros carnets de periodistas nos sirvieron para evitar las tres horas que duró la negociación con una mafia de oficiales en ese pueblo sucio y oscuro que es El Amatillo...El grito de Roque por la ventana de la furgo fue el perfecto reflejo de la rabia y el coraje que acumulamos en ese interminable trámite.

Pasamos una noche perfectamente olvidable en San Lorenzo, y de ahí nos dirigimos a la capital, a recoger a Victoria.

Si el apocalipsis llegase y un meterorito impactase contra Tegucigalpa, la ciudad no sería mucho más fea de lo que ya es. Tegus tiene el honor de ser la ciudad más fea que hemos visto nunca, y por la gracia de Dios esperamos que lo siga siendo.

Pocos detalles memorables de esta ciudad, aunque sin duda si algo hay que mencionar es su más bizarra taberna donde se reúnen jóvenes y marineros, viejas y mecánicos, todos borrachos al ritmo de rock'n'roll de los años 60...Allí degustamos cubos y cubos de cerveza, alitas de pollo, y algunos más que otros celebraron la victoria del Madrid en el Camp Nou.

En una noche de fiesta, estuvimos más que tentados de entrevistar a uno de los grupos del momento en el país, Bohemio, pero esa mezcla de reggaeton con poses a lo Bustamante y unos más que ridículos atuendos nos convencieron de que en la barra estaríamos mejor.

En esta ciudad tuvimos que despedirnos de uno de los Mosqueperros, ya que Nacho se fue a Chile a pasar las fiestas con su familia y, en especial, con su abuelo. Le mandamos un abrazo muy fuerte desde aquí.

Y como la Navidad se acercaba y el olor a caca de Tegucigalpa nos estaba resultando nauseabundo, decidimos salir de ahí lo más rápido posible, e irnos al Caribe...como si el olor fuese una excusa...