sábado, 6 de octubre de 2007
Jesus Salvador: al andar se hace el camino
Este iba a ser un relato poético. Íbamos a hablar del único ferrocarril de México: el Chihuahua-Pacífico. El tren que recorre la majestuosa Barranca del Cobre, la recondita cordillera de cañones del norte del país. 100 años tardaron en construir las vías, 87 puentes, 36 túneles. Acantilados abismales y mucho vértigo.
El tren nos llevaba a Creel, aldea de los indios Tarahumaras.
Y esto iba a ser un poema ñoño sobre los espectaculares paisajes recorridos y sobre la peculiar vida de estos indios. Pero al llegar las cosas cambiaron. Este viaje tiene estas cosas, uno va en busca de paz y sólo encuentra desorden. A tomar viento.
Y a tomar viento fuimos cuando alquilamos dos bicicletas y pedimos un mapa de los senderos que debíamos recorrer. Hacia calor, el sol en lo alto, pocas nubes, estábamos preparados para lo que aconteciese...mentira. Una fresca brisa corria y el recuerdo del pequeño tren-oruga pasando despacio, arañando la montaña, llegando hasta Creel nos hizo salir a toda prisa del pueblo. Agua, sin comida, sin dinero, en chanclas, sin cerillas, dos bicis, sin dinero, un mapa y un desfiladero verde antologico, sobrecogedor, cegador, mudo, ensordecedor, esperándonos.
Pasamos por la cueva de Sebastián, indios tarahumaras con colores vivos y poca ganas de hablar estaban pasando la mañana , decidimos seguir hasta el valle de los monjes.Grandes porongos de piedra con forma fálica nos dejaron sin habla. Seguimos rumbo sur...nuestro rumbo...nos gusta...
Y perdimos el rumbo. Y tanto, pues cogimos gustosos montaña abajo y nos desvíamos 20 kilómetros. Claramente el mapa estaba mal, esto opinaba Roque. Y Nacho positivo decía que no, que todos los caminos llegan a Roma. El sol se apoderaba de nosotros, secos, sudorosos, bebíamos agua del arroyo para salivar, el camino dejó de ser camino y el bosque cada vez era más oscuro. Y seguíamos.
Cuando vimos que las piernas flaqueaban y el sol empezaba a echarse, desesperados (y repetimos, desesperados), el camino se acabó. Asustados, acojonados, con frio, sedientos y con planes de pasar la noche cerca del arroyo (una tomrenta se avecinaba) decidimos volver hacia atrás por el no-camino. La aldea de indios más cercana quedaba a una hora y hacia allá íbamos en busca de auxilio cuando apareció de la nada un leñador en su camión. No sabemos de dónde apareció pues no había camino. Algo de misticismo hubo en su aparición. Se llamaba Jesús.
Montamos sobre los leños de su camión y 8 horas después de haber abandonado Creel llegamos al hostal. Y aún no sabemos cómo.
Ah, el leñador se apellidaba Salvador.
Jesús Salvador (y no es coña).
Amén.
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6 comentarios:
Hola chicos , veis como Jesus salvador os esta protegiendo por donde vayais que suerte......
Naxi que tal tu Montezuma , cuando te desprenda de el , me avisas, para quedarme tranquila. Un beso alos dos .mami
Sólo tengo que decir una cosa: en 24 horas estaré perdiéndome como vosotros, yéndome por la pata abajo como vosotros (o un poquito menos,porque hay que ver la que estáis liando...) y ya no os echaré tanto de menos.
Nos vemos mañana!!!!!
Roque, las fotos parecen salidas de un texto de Cormac McCarthy. Franca y sana envidia desde un despacho en el Paseo de la Castellana.
Un abrazo de Juan Jiménez
Sois unos hijosdeputa y espero reirme de vosotros cuando volváis a un puto despacho en España, como el resto de los mortales... a currar como cabrones, a buscar mujer, casaros, tener hijos, hablar de chachas y pañales y contar los días para que llegue agosto y podáis perder de vista al imbécil de vuestro jefe. Entre tanto, os recomiendo que compréis un libro de Walt Whitman para sublimar del todo el mundo de la barba y la chancleta
Que buen�sima historia, chicos!
Me encantaran tb las fotos!
Seguir� por aqui, acompanando todas vuestras aventuras :)
Os quiero mucho!
bsitos!
Luninha
Qué auténticos!
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