sábado, 3 de mayo de 2008

SANTIAGO DE CHILE


"El más maravilloso pie de limón jamás creado"

Y llegamos a Santiago...sucios, con hambre, con tres ventanas rotas, barbudos, el indicador de la temperatura del coche parpadeando, el ralenti subiendo y bajando sin parar, y las cuatro ruedas apunto de reventar...pero llegamos!

Llegamos a "la casa de la abuela". Durante los últimos días idealizamos e imaginamos lo que seria el llegar allí, donde el olor a comida endulzaría cada día nuestro despertar y donde la prolijidad y la pulcritud estarían omnipresentes en todo aquello en que nuestra mirada se detuviese. En esta especie de paraíso terrenal para cualquier viajero que lleva casi 8 meses viajando como un pseudo hippie y que al llegar a cualquier ciudad lo único que hace es vagar sin rumbo por ella por falta de un hogar, de un sofá o de una cama como Dios manda, "la casa de la abuela" representa un limbo ordenado, donde la comida es simplemente espectacular, la televisión está incluso equipada con DVD, la ducha emana agua caliente a cualquier hora, las sábanas siempre están limpias y cada noche aparecen con un invitador doblez que te indica por dónde entrar a la cama, la ropa aparece limpia cada día sobre la silla...y un largo etcétera de pequeñeces básicas y mundanas de las que no solemos disfrutar. ¡Cómo se valora algo así cuando se echa de menos!

En "la casa de la abuela" no solamente está ella pendiente de que nada falle, de que no tengamos frío y de darnos dinerito por detrás de la espalda, sino que también existe una mujer que no deja de sorprénderte ni un solo día: Francisca. Limpia, habla, cocina y no sólo sabe de todo, sino que podría escribir una columna en el Marca y quitarle el puesto a Segurola. Sus pies (páis) de limón y su cocina en general merecen un altar, una escultura, un sitio en la carta de postres de Adrià o al menos un restaurante en alguna parte donde tamañas exquisiteces pudieran mostrarse al mundo. Y además nosotros...¡veníamos con hambre!

Nos cebaron y dormimos...comimos y descansamos...y así durante 7 días. Puro relax. Un balneario con los mejores cuidados.

Entre alguna siesta y alguna tarta tres leches tuvimos la suficiente energía como para irnos a hacer una pequeña excursión a Valparaíso y a Viña del Mar, ciudades playeras pero ahora desérticas por el frío viento que viene del Pacifico, y donde buscamos a Pablo Neruda por calles y plazas hasta dar con su casa, La Sebastiana.

Antes de partir hacia Mendoza y cruzar otra vez los Andes, decidimos pasar por una taller para arreglar las más leves lesiones sufridas por la Naughty en las últimas semanas (¡demasiado desierto!). Le debemos un agradecimiento a nuestro último sponsor del viaje, Peluquerías Glam S.A. (a las que no debéis dejar de ir si estáis por Santiago de Chile), que nos auspició una reposición de los cuatro neumáticos, ya que los nuestros estaban a punto de explotar en mil pedazos. Aviso para potenciales compradores: los nuevos son coreanos y más resistentes que los que usa McGyver para hacer bombas.

Próxima parada...las (Da)Vides de Mendoza.


"En Valparaíso con la abuela"


"De charla con Pablito"


"La casa de Neruda: La Sebastiana"


"Una ventana"


"Creatividad chilena"


"¿Rudane?"


"Una hermana con bandera catalana"


"Es un 'Hasta pronto'"

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